domingo, 26 de diciembre de 2010

The Walking Dead (2010)

Creada por el siempre fiable Frank Darabont, a quien recordaremos por dirigir las grandísimas Cadena Perpetua y La Milla Verde, la televisión vio nacer a finales de octubre la adaptación del cómic homónimo The Walking Dead, una miniserie (transformada en serie de televisión) de siete capítulos que cuenta la historia de un grupo de supervivientes a una hecatombe zombie, el tema favorito de este nuestro blog, Estallido Zombie.

La serie no deja indiferente a nadie, pese a que el principio de la historia puede recordarnos bastante a 28 días después. Rick Grimes es un policía de Kentucky que, junto con su compañero Shane, inicia una persecución de un sospechoso. En el irremediable tiroteo, Rick es herido y trasladado al hospital. Al despertar, el hospital es un caos. Deambulando, débil, por el hospital, encuentra el cadáver de una mujer devorado (literalmente) y una puerta en la que reza la pintada "Don’t Open. Dead Inside”.

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Como podéis comprobar, el pobre Rick está flipando y eso es lo peor que te puede pasar en una hecatombe zombie, ya que la situación exige mente álgida y decisiones rápidas. Acude a su domicilio, pero ha sido abandonado. Recogido por Morgan y su hijo Duane, conseguirá reponerse y hacerse con su antiguo coche de policía (y algunas armas, que buena falta hacen) para iniciar un viaje a Atlanta, donde los militares han creado una especie de centro de resistencia, según un mensaje de radio, con la esperanza de encontrar a Lori y Carl, su mujer e hijo. Ni que decir tiene que Atlanta ya no es el centro de resistencia que se anunció por radio…

Así acaba el capítulo piloto de The Waking Dead, que vería cumplimentada su primera temporada con otros seis capítulos de 45 minutos (el piloto dura 70) en los que se suceden las imágenes explícitas junto a situaciones emocionalmente duras. ¿Qué queremos decir con esto? Pues que si hay que reventar una cabeza, se revienta, y la serie no se esconde, sin llegar al groserismo gratuito, pero, sin duda, lo mejor de la serie son las situaciones que ponen a los personajes al límite de su humanidad, en la obligación de tomar decisiones imposibles, y en los que el espectador se fusiona con ellos, agobiado, con los ojos en la pantalla deseando que todo pase pese a que vemos el futuro irremediablemente apocalíptico.

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A mí me queda por ver el último capítulo de la primera temporada (después, tendremos un largo vacío hasta la segunda temporada, cuyo estreno se prevé para finales de octubre de 2011) y no tengo ninguna duda de que me encantará, como ha pasado con el resto de la serie. Si Dead Set fue la mejor película de zombies de los últimos tiempos (era una miniserie que en conjunto sumaban dos horas), The Walking Dead la ha superado. No se la pierdan.

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